El Gaucho Cisneros fue un hombre terrible y un hombre como cualquier otro. Fue herramienta de la opresión y alguien que creyó en el honor y el deber. Fue padre y fue hijo: su herencia incluía familias rotas y dudas, amores y desengaños. Implantó toques de queda, encarceló a manifestantes, reprimió a medios y a disidentes. Lideró las ofensivas del Ejército contra Sendero Luminoso y enfrentó a Fujimori: para la derecha era un héroe, para la izquierda, un monstruo.
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